Escrito por Tranquilina Hernández.
Soy Tranquilina, una mujer que ha criado a sus dos hijas sola, Mireya y Ángeles, digamos que no he sido afortunada en el amor pero jamás me he rendido. He sacado a mis hijas adelante trabajando de todo, soy una mil usos y sí, una mujer alegre… bueno era una mujer alegre, aunque ahora ya no lo considero tanto. Soy luchona, luchona de la vida, mi enfoque son ellas, mis hijas, sacarlas adelante como sea.
Pertenezco al Colectivo de la Brigada Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas, el cuál se formó porque las autoridades no buscaban a nuestras familias, si no las buscan en vida mucho menos en muerte, y hay muchísimas, muchísimas fosas y muchos desaparecidos que pueden estar ahí. Habría muchas familias que podrían descansar al fin, si nosotros lográramos abrir todas esas fosas y darles un apellido a esas personas, por eso se formó el colectivo, por la desesperación de las familias, nació de la impunidad, rabia y coraje, porque tuvimos que armarnos de valor y de fuerza para hacerlo nosotras mismas con nuestras propias manos, con nuestros propios medios.
Yo me sumé al colectivo después de estar buscando a las autoridades y no encontrar ninguna respuesta, puras promesas, puras citas fallidas, te citan pero no te atienden, te tienen horas esperando ahí. Entonces lo que hice fue unirme a más familias que están en la misma situación, me encontré con Angélica, la mamá de Viridiana, y otras mamás y nos fuimos a la Ciudad de México, metimos denuncias y ahí conocimos al señor Juan Carlos Trujillo y a su mamá María Herrera, ellos son enlaces nacionales y nos unimos a ellos. Gracias a esas personas he llegado a la brigada y a conocer otros colectivos como Voces Unidas, Familiares en Búsqueda Oaxaca e infinidad de personas que estamos viviendo esta realidad, que tenemos un familiar desaparecido y debemos buscarlos.
Lee el testimonio completo en la Revista Resiliencia #4, página 52 a 58: