Escrito por Carla M. Lovera González y Laura Ballesteros.
Todavía no comienza a apremiar el calor del mediodía cuando me encuentro frente a Alberto. En la silla ante él está un muchacho que le comparte una plática apacible, de esas que tienen sólo las personas que están unidas por algo más fuerte que toda una vida: su hijo. Se encuentra tan tranquilo que me cuesta entender que ese hombre de gesto amable es el mismo sobre el cual decenas de organizaciones e incontables personas nacionales y extranjeras vertieron sus esfuerzos y mensajes de esperanza por más de una década para lograr su libertad. Es una fortuna ser partícipe de su mensaje de solidaridad.
Lee la entrevista completa en la Revista Resiliencia #2, página 66 a 71: